Marchas del coche: ¿Cuándo cambiar?

cambiar marchas del coche

Cómo cambiar de marcha según el tipo de motor

Lo primero que necesitas saber es que, durante los procesos de aceleración, el cambio de marchas debe tener lugar a distintas revoluciones en función de si estamos hablando de un motor diesel o gasolina.

• En el primer caso, hay que subir de marcha en el momento en que se alcanzan entre 1.500 y 2.000 revoluciones por minuto.

• Mientras que, en el segundo caso, deberás cambiar de marcha una vez el motor alcance entre 2.000 y 2.500 revoluciones por minuto.

Por supuesto, esta recomendación tiene carácter general. Debe tenerse en cuenta la cilindrada y potencia del motor específico que se haya montado en el vehículo.

Cambio de marchas en el momento del arranque

Como probablemente ya sepas, la primera marcha es la que más fuerza transmite al vehículo pero también es la más corta de todas. Una vez se engrana primera, el proceso de aceleración debe ser suave o lo más progresivo posible.
No obstante, en la mayor parte de los casos, es un proceso muy rápido, dado que se ha de cambiar a segunda marcha tras dos segundos después de iniciar el desplazamiento o, en su defecto, tras haber recorrido una distancia de, aproximadamente, 6 metros.

Cómo cambiar de marchas en un coche: Aceleración

Una vez el vehículo ya está en movimiento y hemos engranado la segunda marcha, los consiguientes cambios se realizarán en función de las condiciones de la circulación vial.

  • Cuando la vía posibilite una elevada velocidad de circulación y el tráfico sea fluido, se ha de cambiar a la tercera marcha y continuar el proceso de aceleración para cambiar posteriormente a la quinta marcha. Efectivamente, no hay necesidad alguna de pasar por la cuarta marcha. Esto ahorrará combustible y minimizará el desgaste de la caja de cambios.
  • Cuando se haya engranado la segunda marcha y, siempre y cuando la velocidad alcanzada sea similar a las condiciones de circulación, lo más apropiado es cambiar directamente a cuarta marcha, la cual suele ser la más apropiada para circular en vías con una velocidad de circulación relativamente baja.
  • Cuando las condiciones de la vía presenten una elevada congestión de tráfico y una circulación excesivamente lenta, se habrá de continuar rodando en segunda marcha, siempre que el motor no superen las 2.000 revoluciones por minuto, en cuyo caso lo más apropiado engranar la tercera marcha.

Como has podido comprobar, y cuando las condiciones de la circulación lo permitan, lo ideal es progresar lo antes posible a las marchas más elevadas, sin necesidad de pasar por cada una de las marchas intermedias.

Cambio de marchas automático

La particularidad de los cambios de marcha automáticos es que son éstos los que eligen la relación de marchas apropiada, de acuerdo con la posición del acelerador y las revoluciones a las que esté girando el motor.
Por regla general, los cambios de marcha automáticos utilizan reglas concebidas para garantizar la eficiencia en el uso del combustible. Es más, con frecuencia, incluyen la modalidad de conducción económica (ECO). No obstante, si quieres optimizar la conducción y el cambio de marchas con estos sistemas, dispones de 2 alternativas:

    • Para pasar a una marcha superior a la programada teniendo en cuenta las revoluciones, tan sólo has de reducir levemente la presión sobre el acelerador para, acto seguido, volver a acelerar. Esto hará que el vehículo cambie a una marcha superior.

Atención

Evita pisar a fondo el acelerador para ejecutar esta técnica, dado que, en esos casos, se activará la función “kickdown”, concebida para posibilitar una mayor aceleración. Esto implica que los cambios de marcha se retrasen y tengan lugar a altas revoluciones. Este sistema está concebido para procesos de aceleración especiales, tales como emergencias o adelantamientos en condiciones que no sean óptimas.

  • Determinadas cajas de cambio automáticas ofrecen la posibilidad de realizar el cambio manual con la cuarta y quinta marcha.

Cómo reducir las marchas de un coche: Utilización del freno motor

Una de las preguntas más habituales en el mundo de la conducción es si resulta apropiado reducir las marchas para hacer frenar el vehículo.

Tradicionalmente, se ha recomendado utilizar la reducción de marchas como un mecanismo para apoyar el proceso de frenado, mediante la técnica que se conoce como “freno motor”.

Esto es debido a que, cuanto menor es la marcha, el motor desarrolla más fuerza pero proporciona menos velocidad punta. En consecuencia, si reducimos de marcha y no pisamos el acelerador, el vehículo tiende a frenarse, debido a que la presión ejercida por la caja de cambios es superior a la de la inercia acumulada por el motor.

Ventajas del freno motor

Las ventajas del “freno motor” son múltiples, puesto que contribuye a reducir el desgaste de los frenos y, en caso de emergencia, también disminuye la distancia de frenado. No obstante, debe tenerse en cuenta lo siguiente.

Si bien esta técnica sigue siendo válida, conviene señalar que, mal utilizada puede suponer un estrés innecesario para la mecánica del motor, contribuir a su sobrecalentamiento, generar el bloqueo de las ruedas y, en el peor de los casos, hacer perder el control del vehículo. Por lo general, la mecánica del vehículo se verá seriamente perjudicada, lo que se traducirá en un desgaste considerable del embrague, los cojinetes, los silent blocks o los palieres.

Es muy fácil percatarse de que se está empleando incorrectamente el freno motor porque el coche dará un tirón en el momento en que soltemos el embrague tras engranar una marcha más baja.
Nunca hagas esto

Muchos conductores intentan evitar este tipo de tirones soltando el embrague lentamente. Desgraciadamente, esto supone un mayor patinaje del mismo y su consiguiente desgaste.

En su lugar, lo apropiado es utilizar las técnicas conocidas como “punta-tacón” o doble embrague. Se trata de técnicas avanzadas de conducción cuyo propósito es igualar las revoluciones a las que debería girar el motor en la marcha a la que vamos a reducir.

El doble embrague cayó en desuso tras la introducción de las cajas de cambio sincronizadas, de forma que no vamos a perder tiempo explicándolo. La técnica punta-tacón, sin embargo, puede suponer una clara diferencia a la hora salvaguardar la integridad del embrague y prolongar su vida útil.

¿En qué consiste el “punta-tacón”?

Con el propósito de evitar los saltos de revoluciones que tienen lugar al reducir las marchas, se ha de ejecutar un particular movimiento con el pie derecho, de forma que, con la punta se pise el freno y con el tacón se presione ligeramente el acelerador. Se ejecuta de la siguiente manera:

  • Comenzamos frenando el vehículo con el pedal del freno y pisamos el embrague para, acto seguido reducir la marcha.
  • Con el embrague y el freno aún pisados, desplazamos el tacón del pie derecho al acelerador y lo presionamos con suavidad. Se trata de un leve toque de gas, cuyo objetivo es incrementar las revoluciones que debería tener el motor en la marcha que estamos a punto de engranar.
  • Comenzamos frenando el vehículo con el pedal del freno y pisamos el embrague para, acto seguido reducir la marcha.
  • Finalmente, soltamos el embrague. Si el número de revoluciones al que hemos elevado previamente el motor es el adecuado, no debería tener lugar ningún tipo de tirón dado que la velocidad de los ejes primario y secundario de la caja de cambios será equivalente.

Como ya supondrás, es necesario practicar esta técnica para familiarizarse con ella. Debido a su complejidad, no está incluida entre las habituales técnicas de conducción eficiente.

¿Hay una alternativa más fácil?

Si no quieres tener que utilizar la técnica “punta-tacón” para reducir las marchas, pero tampoco deseas someter el embrague y el resto de la mecánica a un desgaste innecesario, la principal recomendación es la de reducir las marchas lo más tarde posible.

Para ello, necesitas anticipar al máximo el inicio de la deceleración del coche. Para ello, deberás soltar el acelerador a una distancia considerable del punto de frenado, de manera que el propio motor contribuya a frenar el vehículo poco a poco (efecto del “freno motor”).

Siempre y cuando el motor no suene “ahogado”, nada impide que circules a una velocidad reducida con una marcha elevada y, finalmente, frenes el vehículo. De esa manera, lograrás el menor consumo de combustible posible, así como preservar la integridad de los frenos, la caja de cambios y el embrague por más tiempo.

En definitiva, y como has podido comprobar, el cambio de marchas de un vehículo puede suponer una gran diferencia en la experiencia de la conducción, así como la preservación de la mecánica y la reducción del consumo de combustible.

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