¿Nuestro estado de ánimo afecta a nuestra manera de conducir?

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Nuestro estado de ánimo va cambiando a lo largo de nuestro día. Las horas que hemos dormido, la calidad del sueño que hemos tenido, los problemas a los que hemos tenido que enfrentarnos en las últimas horas y cómo los hemos solucionado son, entre otros, factores clave que modulan nuestro estado interior. A todos estos factores debemos añadirle otros problemas que podemos estar arrastrando a largo plazo, así como aspectos de nuestra personalidad que pueden facilitar, o dificultar, la gestión emocional de estos sucesos. Todo ello va dejando poso en nuestro estado de ánimo.

En muchas ocasiones no somos conscientes, pero nuestro estado de ánimo tiene mucho que ver con la forma en la que llevamos a cabo algunas acciones. La conducción es una de ellas. Un estado de ánimo irritable o estresado provoca una conducción agresiva, en la que los acelerones y frenazos marcan el ritmo. En cambio, un estado de ánimo tranquilo nos predispone a conducir de manera mucho más estable y eficiente.

Esta relación nos informa de que, evidentemente, el estado de ánimo puede modular nuestras acciones, y provocar diferentes problemas al volante. Es por ello que debemos hacer hincapié en nuestra gestión emocional como paso previo para llevar a cabo una conducción más segura y óptima, mejorando nuestra seguridad y la de todos aquellos que comparten escenario con nosotros.

¿Qué factores personales pueden afectar a nuestra conducción?

Son muchos los factores que afectan a nuestra manera de conducir. Algunos de las más importantes son las siguientes:

El estrés

El estrés no siempre resulta negativo. En muchas ocasiones, experimentar un cierto estrés activa nuestros procesos de respuesta, y nos permite gestionar diferentes situaciones de manera efectiva. Por ejemplo, ante un posible siniestro, un nivel medio de estrés puede hacernos esquivar el foco del problema de manera rápida. El problema viene cuando el estrés se da en grandes dosis; es entonces cuando nuestro sistema de acción actúa de manera equivocada, provocando respuestas desorganizadas.

Cuando nuestro nivel de estrés es alto, dejamos de atender a las señales que deben coordinar nuestra conducción. Nuestra marcha se vuelve inestable, y muy probablemente dejemos de respetar la velocidad máxima. El peligro que puede llevar estas acciones al volante es indiscutible.

El cansancio

Si el estrés produce una sobre activación de nuestra actividad, cuando experimentamos cansancio ocurre todo lo contrario. Nuestras capacidades atencionales se relajan, y como fruto de ello, necesitamos más tiempo de reacción. Todo ello afecta de manera negativa a nuestra conducción, pudiendo provocar serios problemas en la carretera.

La necesidad de dormir adecuadamente antes de iniciar un trayecto al volante y evitar tomar alimentos pesados y/o medicamentos que puedan provocar somnolencia es clave para evitar este estado y llevar a cabo una conducción eficiente.

Evidentemente, aquellas personas que sufren problemas relacionados con el sueño deben conocer la peligrosidad que supone estas condiciones al volante.

Trastornos del estado de ánimo

Actualmente, los diagnósticos de depresión y ansiedad son numerosos en nuestra población. Estos trastornos moldean enormemente nuestro estado de ánimo, filtrando la información que recogen nuestros sentidos e interpretándola de manera diferente. Teniendo en cuenta que la conducción demanda un nivel de alerta máximo, estos trastornos pueden dificultar la seguridad.

Además, debemos tener en cuenta que, en muchas ocasiones, estas personas siguen tratamientos farmacológicos que merman, aún más, sus capacidades atencionales. Esto supone un riesgo añadido que deberá tenerse en cuenta.

Por todo ello, nuestro estado de ánimo puede dificultar nuestra conducción y poner en riesgo nuestra salud, al aumentar las probabilidades de sufrir un accidente. Controlar nuestras emociones resulta crucial para poder llevar a cabo una conducción segura y eficiente. Mientras tanto, será muy recomendable optar por otras formas de transporte que nos permitan atender a las demandas de movilidad de nuestro día a día.

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