Las manías al volante que averían tu coche

estropear el coche por las manías al conducir

A nadie le gusta descubrir que su forma de conducir es la causante de que su coche se haya averiado, y mucho menos cuando la avería supone un importante desembolso económico.

Si quieres evitar verte en esa situación, te recomiendo que leas lo que sigue en este artículo. Voy a presentarte un conjunto de vicios y malos hábitos que probablemente estarás cometiendo con tu coche, y que pueden terminar por mandarlo al taller.

Malos hábitos que terminarán por mandar tu coche al taller:

No verificar adecuadamente la presión de los neumáticos

A no ser que tu vehículo ya cuente con los sistemas automáticos de comprobación de presión de los neumáticos, es necesario que lleves a cabo un chequeo periódico de los mismos. Para esto, basta con una rápida comprobación en la zona de la gasolinera habilitada para ello.

Muchas estaciones de servicio, cuentan con un área gratuita habilitada con un sistema de aire comprimido.
No hacer esta sencilla comprobación puede generar daños en las llantas de tu vehículo y, en los casos más graves, el reventón de algún neumático.

 

No permitir que el motor se caliente antes de exigirle un gran esfuerzo de aceleración

Con la introducción de los motores de inyección, la lubricación de los motores tiene lugar en apenas unos pocos segundos. En el caso de los motores de gasolina, es posible circular de forma inmediata, mientras que en los motores diesel, es necesario esperar algunos segundos antes de iniciar la marcha. Sin embargo, especialmente a bajas temperaturas, lo más recomendable es circular de una forma constante y lenta durante los primeros minutos, antes de exigir al motor un proceso de aceleración muy agresivo. De lo contrario, se puede dañar su mecánica.

 

Hacer un uso excesivo de los frenos durante descensos prolongados

La circulación por pendientes descendentes muy prolongadas debería realizarse mediante una adecuada combinación del pedal del freno y del freno motor.

Tal y como explicaba en nuestra súper guía sobre conducción eficiente, el freno motor permite reducir la velocidad del vehículo gracias a la resistencia que ejerce el motor con las marchas engranadas siempre y cuando no se proceda a acelerar.

Al bajar por pendientes, es conveniente dejar de presionar el pedal del acelerador, al menos siempre que la velocidad se mantenga constante o no se reduzca demasiado como para poner en peligro la circulación de la vía. De esa manera, no sólo estarás evitando un innecesario desgaste de los frenos, sino que también estarás logrando un gran ahorro de combustible.

Si te limitas a utilizar los frenos para frenar el vehículo en estas condiciones, terminarás por reducir su eficacia, así como su vida útil.

 

Circular con el motor a unas revoluciones excesivamente bajas

Éste es, probablemente, uno de los mayores errores relacionados con la conducción eficiente. Además, puede llegar a ocasionar una grave avería en el motor, por no hablar del exceso de consumo de carburante que suele llevar aparejado.

Forzar el motor a circular a bajas revoluciones puede afectar a la válvula EGR de los motores diesel, hasta el punto de reducir la vida útil de esta pieza hasta en un 50%. Tratándose de motores de gasolina, el catalizador también puede verse seriamente dañado debido a la acumulación de residuos.

El motor debe girar a bajas revoluciones siempre y cuando la velocidad y condiciones de la carretera lo permitan, o lo que es lo mismo, siempre que reaccione con la suficiente potencia en el momento en que se pisa el acelerador. En caso contrario, lo más probable es que estés forzando la mecánica inútilmente.

vicios al volante que averían tu coche

 

Parar el motor de golpe tras el uso del turbo

Debes tener en cuenta que el turbo puede llegar a alcanzar temperaturas superiores a los 300ºC y 500ºC grados según se trate de un motor diésel o gasolina. Si se apaga el motor de forma inmediata, el aceite presente en el circuito puede carbonizarse, lo que supondría una avería del tubo. En su lugar, lo más conveniente es reducir la marcha durante un tiempo antes de proceder a parar completamente el vehículo.

 

Utilizar la palanca de cambios como apoya manos

Éste es uno de los vicios más extendidos entre los conductores. El problema de mantener la mano sobre la palanca de cambios de forma permanente es el hecho de que se está ejerciendo una presión continua sobre la mecánica interna, lo que contribuye a generar holguras en los rodamientos y sincronizadores. Con el paso del tiempo, el engranaje de las marchas se termina deteriorando.

 

Conducir con el coche en reserva

Tal como advertía en nuestro artículo sobre cómo ahorrar combustible, la conducción persistente con el depósito en reserva es un pésimo hábito que puede terminar dañando la bomba de combustible. Por supuesto que el sistema de alimentación seguirá funcionando, pero se trata de situaciones que deberían ser consideradas como emergencias.

En su lugar, lo más adecuado es proceder a realizar un repostaje en el momento en que aún se conserva un cuarto de depósito de combustible. De esa manera, se está garantizando que la bomba se mantenga permanentemente sumergida en el tanque.

 

Estacionar dejando un neumático pellizcado o subido sobre un bordillo

Las ruedas de un vehículo nunca deberían permanecer comprimidas contra el bordillo de una acera. El peso del vehículo puede llegar a causar graves deformaciones o incluso cortes en un neumático, así como daños en la suspensión cuando se procede a aparcar de esta manera.

 

No frenar lo suficiente al superar obstáculos o badenes

Tanto la suspensión de un vehículo, como los neumáticos se ven sometidos a un fuerte estrés en el momento en que se superan obstáculos sobre la carretera a gran velocidad. Esto es algo que se ha vuelto relativamente frecuente tras la implantación de los badenes sobre los pasos de cebra.

Para evitar averías en estos elementos del vehículo, lo más apropiado es reducir la velocidad y superar el obstáculo de forma que la mecánica no se vea sometida a estrés alguno.

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